jueves, 6 de junio de 2013

Infierno matinal.

Un pensamiento se instaló en mi mente, repetidamente casi al enloquecerme; Tengo las ganas, la necesidad de ahogarlo, de matarlo... la necesidad de que esa voz se calle como si esa voz este ligada a todos los acontecimientos de los últimos días, de las últimas horas,
Mi vida, tenía un gusto amargo a desconformidad, ese que creo yo, tiene la juventud. La desconformidad social, personal, la desconformidad de nuestras vidas, de nuestros lugares, de nosotros mismos, llenarse de culpas o dárselas a los demás.
¡Pobre de aquellos que les damos nuestras culpas, pobres de nosotros que las damos!
Este pensamiento, está voz no se calla, necesito de tu presencia cotidiana querido, me hace falta tu mirada comprensiva, cómplice... hermana.
Este pensamiento que me aturde, necesito gritar. No, no no necesito gritar lo que necesito es que esta voz se calle, no se me ocurre ninguna idea... en realidad si lo hago, pero no tengo el valor ni la VERDADERA necesidad . . .

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